*Escrito por: María Eugenia Rianaudo
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer a James Lovelock, donde en su libro “La venganza de la Tierra” -un poco controversial entre biólogos, ecológicos y científicos-, relata muchas realidades sobre la situación actual de nuestro planeta y su relación intrínseca con la especie humana. Aunque no comparto absolutamente todo lo indicado en este libro; Lovelock hace referencia a un tema importante: el planeta no puede soportar más presión humana. El irremediable daño que le hemos causado al entorno se hace cada vez más preocupante y la respuesta de reacción por parte de la Tierra, se vuelve cada vez menos eficiente.
Ante lo insensata que se ha convertido nuestra sociedad actual, es necesario corregir errores, pero, para ello, es imperante que descansemos en la reconciliación hombre-naturaleza. Ahora bien, la pregunta que surge es ¿cómo podemos afrontar y adaptarnos a mundo con una población intolerante, un clima cambiante y un enemigo latente como son los combustibles fósiles?.
Recientemente escribí en un artículo de opinión que nos encontramos ante un riesgo climático sin precedentes. El cambio climático genera en los actuales momentos, situaciones de caos mundial. Está encendida la señal de alarma y muchas naciones del mundo ya sufren las consecuencias nefastas de malas administraciones ambientales, sociales y políticas; elevando a un gran número, la vulnerabilidad de los ciudadanos ante situaciones irremediables de estrés social y ecológico.
La pérdida de biodiversidad y de ecosistemas, el cambio climático y la deforestación representan las crisis medioambientales más importantes en la historia de la Tierra. Nuestra ya reconocida incompetencia humana como “élite inteligente” de entre todos los animales ha desencadenado innumerables extinciones de flora y fauna a causa de acciones antropogénicas. Se pierden especies cada vez con más regularidad y cada pérdida de éstas representa una tragedia para la biósfera. Cuando se pierde un género (que incluye potencialmente a numerosas especies), se pierde una parte de la historia de la vida.
De acuerdo a estudios del Museo de Ciencias Naturales de España en el 2014, unas 150 especies se extinguen cada hora en el planeta. Para entender con un poco más de claridad que significa esto para el entorno socio-ecológico, cuando se pierde una especie es como si cortáramos una ramita de un árbol; cuando se extingue un género, estamos cortando una rama muy grande de él. Y es que la biodiversidad es la base fundamental del planeta y está íntimamente relacionada con la sociedad. A medida que ésta se vaya perdiendo, más pobreza habrá en el mundo. Actualmente el 70% de las personas con escasos recursos, viven en zonas rurales y por consiguiente dependen de la diversidad biológica para mantener sus vidas y a sus familias.
Albert Einstein solía decir que prefería centrarse en el futuro más que en el pasado porque era el lugar en el que quería vivir y sinceramente pienso que debemos centrarnos en eso ahora. No existe un botón fácil que podamos pulsar para que el mundo sea verde, pero lo que sí existe es gente que cree y trabaja por un futuro mejor, más equilibrado y más sostenible.
Es hora entonces de privilegiar la conservación de los recursos naturales y la restauración ecológica, en vez de privilegiar el crecimiento insostenible y personal tal y como se hace hoy en día. Es hora de reconocer que la clave de las naciones del futuro, será su actual comportamiento y holismo con el ambiente.
Sólo nosotros somos capaces de determinar el futuro de nuestro planeta, el cual depende de nuestras conductas y acciones, individuales y colectivas. Tenemos por delante muchos desafíos globales, pero el más preocupante (e inquietante al mismo tiempo) es modificar lo más pronto posible el comportamiento de cada uno de los habitantes de este gran hogar.
El planeta está en riesgo y nosotros con él…
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer a James Lovelock, donde en su libro “La venganza de la Tierra” -un poco controversial entre biólogos, ecológicos y científicos-, relata muchas realidades sobre la situación actual de nuestro planeta y su relación intrínseca con la especie humana. Aunque no comparto absolutamente todo lo indicado en este libro; Lovelock hace referencia a un tema importante: el planeta no puede soportar más presión humana. El irremediable daño que le hemos causado al entorno se hace cada vez más preocupante y la respuesta de reacción por parte de la Tierra, se vuelve cada vez menos eficiente.
Ante lo insensata que se ha convertido nuestra sociedad actual, es necesario corregir errores, pero, para ello, es imperante que descansemos en la reconciliación hombre-naturaleza. Ahora bien, la pregunta que surge es ¿cómo podemos afrontar y adaptarnos a mundo con una población intolerante, un clima cambiante y un enemigo latente como son los combustibles fósiles?.
Recientemente escribí en un artículo de opinión que nos encontramos ante un riesgo climático sin precedentes. El cambio climático genera en los actuales momentos, situaciones de caos mundial. Está encendida la señal de alarma y muchas naciones del mundo ya sufren las consecuencias nefastas de malas administraciones ambientales, sociales y políticas; elevando a un gran número, la vulnerabilidad de los ciudadanos ante situaciones irremediables de estrés social y ecológico.
La pérdida de biodiversidad y de ecosistemas, el cambio climático y la deforestación representan las crisis medioambientales más importantes en la historia de la Tierra. Nuestra ya reconocida incompetencia humana como “élite inteligente” de entre todos los animales ha desencadenado innumerables extinciones de flora y fauna a causa de acciones antropogénicas. Se pierden especies cada vez con más regularidad y cada pérdida de éstas representa una tragedia para la biósfera. Cuando se pierde un género (que incluye potencialmente a numerosas especies), se pierde una parte de la historia de la vida.
De acuerdo a estudios del Museo de Ciencias Naturales de España en el 2014, unas 150 especies se extinguen cada hora en el planeta. Para entender con un poco más de claridad que significa esto para el entorno socio-ecológico, cuando se pierde una especie es como si cortáramos una ramita de un árbol; cuando se extingue un género, estamos cortando una rama muy grande de él. Y es que la biodiversidad es la base fundamental del planeta y está íntimamente relacionada con la sociedad. A medida que ésta se vaya perdiendo, más pobreza habrá en el mundo. Actualmente el 70% de las personas con escasos recursos, viven en zonas rurales y por consiguiente dependen de la diversidad biológica para mantener sus vidas y a sus familias.
Albert Einstein solía decir que prefería centrarse en el futuro más que en el pasado porque era el lugar en el que quería vivir y sinceramente pienso que debemos centrarnos en eso ahora. No existe un botón fácil que podamos pulsar para que el mundo sea verde, pero lo que sí existe es gente que cree y trabaja por un futuro mejor, más equilibrado y más sostenible.
Es hora entonces de privilegiar la conservación de los recursos naturales y la restauración ecológica, en vez de privilegiar el crecimiento insostenible y personal tal y como se hace hoy en día. Es hora de reconocer que la clave de las naciones del futuro, será su actual comportamiento y holismo con el ambiente.
Sólo nosotros somos capaces de determinar el futuro de nuestro planeta, el cual depende de nuestras conductas y acciones, individuales y colectivas. Tenemos por delante muchos desafíos globales, pero el más preocupante (e inquietante al mismo tiempo) es modificar lo más pronto posible el comportamiento de cada uno de los habitantes de este gran hogar.
El planeta está en riesgo y nosotros con él…